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lunes, 18 de octubre de 2010

ASPECTOS ETICOS DEL PROCESO CULTURAL

EL DESARROLLO CULTURAL
Ismael Molina
El desarrollo como tal es concebido como el cambio o modificaciones, cualitativos y cuantitativos, de la sociedad para satisfacer en mayor grado las demandas de la población y que, por lo tanto, debe ser autosostenido, es decir, permanente. Igualmente se sostiene que el desarrollo global o parcial debe ser estructurado en un plan de acción integral. El desarrollo es la palabra clave a la que aspiran los pueblos para alcanzar metas superiores. Modernamente no se concibe - es la opinión mayoritaria - la factibilidad de poder alcanzar mayor nivel en las actividades humanas de manera parcial. Por ello se trata de formular un plan de desarrollo global mediante planes de desarrollo parciales, pero coherentes entre sí, de manera de establecer las vinculaciones entre las diferentes variables de cada parcialidad, midiendo las influencias recíprocas en los alcances de metas de los diferentes campos de acción.

La primera medida es el estudio de las realidades presentes, lo que se llama un diagnóstico para conocer certeramente el terreno donde se piensa actuar. Luego deben determinarse los objetivos previsibles de alcanzar, que es lo que se llama el modelo normativo. De seguidas se procede a la fijación de las etapas con sus respectivas metas y los medios necesarios a ser utilizados para alcanzarlas; a ello se llama implementación. Pero como condición primaria y básica se deben precisar los lineamientos generales, que son las consideraciones de tipo teórico que reflejan la idea que se tenga sobre la naturaleza de la actividad, y es aquí donde se bifurcan las opiniones en torno al desarrollo cultural, por cuanto los otros planes son de orden técnico y dependen de la definición que se haga de dichos lineamientos.

En referencia al desarrollo cultural respecto a la fijación de los lineamientos, existen dos tesis encontradas: una es que los aspectos de las Bellas Artes son para ser tratados por una elite de la población, basándose en que siempre ha sido un grupo selecto los que se han contagiado con las Bellas Artes. La otra establece que los aspectos de la cultura en su totalidad involucran a toda la masa y que, por lo tanto, el desarrollo cultural debe estudiar la manera de vincular a todos los sectores de la población en estos asuntos, de forma tal que tengan una participación activa. También existen quienes piensan que los asuntos de la cultura no son más que “un lustre social” y que existen otros factores prioritarios que deben ser atendidos con mayor urgencia y relevancia, lo cual afecta el matiz que se dé a los lineamientos de la acción cultural.

En la fijación de los lineamientos culturales se plantean otros importantes problemas sobre el significado práctico del ámbito del sector cultura. Se pregunta si debe limitarse el significado de cultura a las artes y a la literatura, esto es, al patrimonio cultural tradicional. Si deben tenerse en cuenta las nuevas formas de arte, los nuevos medios de información. Se llega a considerar que un plan de acción cultural debe abarcar no tan sólo las artes y las letras en todas sus expresiones, sino también la cultura física, el arte popular, folklórico, los paisajes naturales (su conservación y aprovechamiento), los monumentos históricos, arqueológicos, etc., la riqueza de la fauna y la flora nacional, la divulgación de los logros científicos, los estudios de la antropología cultural e incluso los planes de reforma urbana (zonas de recreación, zonas verdes y residenciales). Precisar el ámbito práctico de la acción cultural del Estado es otro punto de discusión. La mayoría, sin embargo, piensa que se debe auspiciar con prontitud un plan de desarrollo cultural y muchos llegan a afirmar la necesidad del planeamiento cultural dentro de la gestión del Estado, abarcando tanto como le sea posible.

EL PLANEAMIENTO CULTURAL

El planeamiento es la Formulación de un Sistema para dar cumplimiento a una determinada política, en donde se pre-establece el recorrido y los instrumentos a utilizar para alcanzar determinados objetivos.
Aparte de las consideraciones anteriores acerca de si es necesario o no, establecer un Plan Cultural dentro de los planes globales del Estado, existen discusiones sobre la compatibilidad del Estado para concebir un determinado planeamiento en materia de cultura. Hace no muchos años atrás, la mayoría de los países se oponían a toda idea de planificación, pues consideraban que ello interfería la iniciativa espontanea y privada. Hoy dichos Estados se esfuerzan para idear una planificación en sus actividades, porque ello ahorra esfuerzo, tiempo y dinero. Dado que la organización social se divide en dos clases: la centralizada o colectivista y la descentralizada o capitalista, según sea ella, se contemplan dos tipos de planeamiento.

El obligatorio, concebido exclusivamente por el Estado, y el llamado democrático, que sólo es obligatorio al sector público e indicativo al sector privado. En la actual sociedad venezolana el único aceptable es el planeamiento democrático. Pero fuera de estas consideraciones y concretamente en la concepción de un planeamiento de lo cultural, existen opiniones encontradas; unas que no aceptan la idea de la planificación y otras que la defienden. Los primeros porque piensan que es imposible medir las necesidades culturales y que los valores y gustos culturales no son procesables; y los segundos porque suponen que toda acción, por más intelectual que sea, presenta elementos de medición y sobre ellos debe establecerse cierta previsión. La opinión sostenida casi con absolutividad es que en el planeamiento cultural una considerable proporción de elementos cree en el cambo ético y, por tanto, su entrada en el planeamiento depende de las concepciones de los valores.

Un ejemplo del planeamiento cultural lo constituye la Misión Cultura, cuyo objetivo es consolidar la identidad nacional enmarcada dentro del proceso de descentralización, democratización y masificación de la cultura venezolana. Pretende potenciar la sinergia institucional para incentivar la participación comunitaria, garantizar el acceso masivo a la cultura, proporcionar la divulgación y creación de las manifestaciones culturales de los sectores populares y comunitarios, estableciendo la construcción participativa de los patrones de valoración de lo cultural. Todo esto establecerá un sistema innovador de protección y preservación del patrimonio cultural y la identidad nacional. Esta misión surge en conjunto con la Universidad Simón Rodríguez con la que se firmó un convenio a través del Consejo Nacional de la Cultura (Conac), en octubre del 2004.

ASPECTOS ETICOS DEL PROCESO CULTURAL

Sin entrar en las consideraciones de las concepciones de los modelos estéticos de las expresiones de las diferentes manifestaciones culturales, dentro del plano estrictamente sociológico existen interpretaciones de tipo ético acerca de la naturaleza del acontecer cultural. Sostiene, por ejemplo, el sociólogo belga P. Roger Vekemans, que en los países subdesarrollados existe una elite intelectual que vive de valores exteriores o extraños al país, en lugar de buscar y vivir los propios valores de sus países, existiendo en contraposición una masa de carácter “telúrico” que vive de valores que no domina. Bajo esta consideración se piensa que el proceso cultural debe buscar la consagración universalista del ethos cultural, que es la cultura de la comunidad, ya no en cuanto la posee como conocimiento o como visión, sino en cuanto la vive, en cuanto se encarna y se refleja en la vida personal y colectiva.

Por el contrario, existen quienes opinan que los países subdesarrollados deben cumplir un proceso cultural inspirándose sobre todo en un modelo de los países avanzados, por cuanto puede ser útil al aumentar las capacidades imaginativas e intelectuales, utilizando elementos comunes a la humanidad en general.

Lo cierto es que todo país parte de una determinada cultura y son los fenómenos irremediables de transculturación los que en parte determinan los procesos éticos de la cultura. Se afirma que estos fenómenos de transculturación pueden ser controlados y asimilados favorablemente por la población de manera tal que no causen desequilibrios culturales profundos, si se toman las medidas de prevención necesarias.
Dentro de este mismo contexto ético se plantean discusiones de la no conveniencia de permitir la difusión de la cultura llamada de masas, que es entendida como una industria de cultura por sus relaciones de carácter comercial - la vida moderna, dice Daniel Bell, dado que introduce en el mercado grandes masas de personas (mercados de productos) - establece una modalidad cultural distinta a todas las formas de cultura precedentes. Se afirma que los medios de comunicación de masas se han desarrollado y multiplicado enormemente, lo que ha permitido los nuevos conocimientos geográficos y un gran auge de la publicidad que desborda al antiguo mundo del espectáculo. En el análisis de esta nueva forma de cultura se ha vuelto a definir la palabra cultura, de tal modo que en otro tiempo designaba un refinamiento moral e intelectual y hoy ha incorporado códigos de conducta de un pueblo.

Según sea el contenido del producto cultural o el modo cómo ha sido recibido, se examinan cuatro críticas de cultura en el mundo industria I de hoy:
a)      Las obras de creación intelectual a nivel superior no reciben el aliento suficiente.
b)      Las obras culturales serias del pasado (las que integran la cultura superior son desvirtuadas de su fin original, presentándolas en contextos degradantes.
c)      Hoy en día las obras mediocres y medianas reciben un trato como si fueran arte serio.
d)     Se afirma que la mayor parte del material de T.V., internet, cine y de las revistas de masas es barato y vulgar, picante, amoral, degradante, etc.

Existen, sin embargo, defensores de estas nuevas y peculiares formas de cultura, partiendo del criterio de que hay que complacer el gusto del pueblo, gusto del consumidor y alegan en su defensa lo que ellos llaman la disparidad cognoscitiva, valorativa y moral de los hombres y por esa vía llegan hasta el intento de elaborar una racionalización critica. Esta cultura de masas, que los alemanes han llamado kitsch: arte y literatura comercial, producto de la Revolución Industrial, es la que está en discusión de ser aceptada o no su transmisión a través de los medios de comunicación colectivos. De todas maneras, no podemos llamarnos a engaño sobre las nuevas formas de transmisión y creación cultural. La utilización del cine, la T.V., la radio, la prensa, internet, etc., para la divulgación cultural es reconocida. Lo que está en estudio es el contenido y forma de expresión de los aspectos culturales en una sociedad cada día más tecnológica y el aprovechamiento en la formación y elevación de los niveles de conocimientos culturales en los ratos libres de la población.